Andrés Sanfuentes

Cambio político esperanzador

Por: Andrés Sanfuentes | Publicado: Miércoles 13 de mayo de 2015 a las 04:00 hrs.
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No fue un cambio de gabinete sino una crisis ministerial. En efecto, cuando la Presidenta pide la renuncia de los titulares del Interior y Hacienda, los más importantes en cualquier administración, se está en presencia del agotamiento de la estrategia que estaban encabezando ambas figuras, especialmente porque fueron personeros muy cercanos a la Jefa de Estado.

La crisis llegó a un punto crítico cuando afectó a los atributos personales de la propia Presidenta Bachelet, más grave aún cuando es la base del gobierno, y por la distancia que ha tomado de los partidos de la Nueva Mayoría, característica repetida en las nuevas designaciones, de personas de su confianza. Desechó la presión de los partidos y no fueron consultados sobre las nuevas figuras.

Es cierto que el antecedente más cercano de la crisis (aparte del asunto de las boletas) fue la propuesta y discusión pública de proyectos legislativos: tributario y educacional, mediante la estrategia de presentar reformas profundas sin un ánimo de ser debatidos, tanto en el Parlamento como en diálogos con la ciudadanía. Fue la lógica de la "aplanadora", basada en la amplia mayoría de la elección presidencial, y la "retroexcavadora", cimentada en realizar cambios profundos que transformaran por completo actividades o sectores esenciales para la población.

Esta estrategia hizo agua con prontitud, como ocurrió con la Reforma Tributaria. Se intentó cambiar de raíz la totalidad del sistema, en vez de concentrarse en los dos objetivos centrales: recaudar recursos para financiar los programas sociales y lograr una carga tributaria más equitativa colocando el peso de los gravámenes en los sectores de más altos ingresos. Para ello era necesario concentrar el debate en algunos cambios decisivos, como el incremento del impuesto a la renta de las grandes empresas, eliminar el mecanismo del FUT, terminar con los privilegios de las sociedades de inversión y gravar las ganancias de capital. Sin embargo, la discusión se trabó en supuestos efectos sobre la clase media y las Pyme, ante lo cual la respuesta mediática del gobierno fue de aficionados. Corresponde aquí el dicho "quien mucho abarca poco aprieta". A pesar las imperfecciones, el cambio significa un avance.

Una estrategia similar se utilizó con la Reforma Educacional, la que intentó modificar la esencia del sistema tradicional chileno, en el que han convivido las actividades públicas y privadas, incluso con un gran respaldo estatal a ambas, y aparecieron como objetivos prioritarios el fin al lucro, al copago y a la selección de los alumnos, lo cual trajo consigo resistencias en el sector privado que, al chocar con el maximalismo verbal del Mineduc, obligó a realizar concesiones inesperadas y a retrasar otros aspectos de la reforma. La descuidada acción comunicacional del gobierno agravó las concesiones otorgadas. En la actualidad existe consenso entre los especialistas que la reforma se debió haber iniciado con la mejoría en la calidad de la educación pública, que ha terminado siendo retrasada por los factores anteriores. En definitiva, han primado los objetivos de agradar a los estudiantes, el temor a los profesores y la falta de claridad sobre la prometida desmunicipalización.

La reforma de la Educación Superior está pendiente ¿para el próximo gobierno por su complejidad?
En el caso de la Reforma Laboral la estrategia ha sido diferente, ya que está en discusión un aspecto específico, si bien importante, los cambios en el sindicalismo y la negociación colectiva, aunque difícil porque enfrenta a dos gremios poco flexibles: la CUT y los representantes de la Gran Empresa.

La llegada de los nuevos ministros Burgos y Valdés significa un cambio en la estrategia del gobierno, ya que puede dar inicio a una fase que ha sido simbolizada por el término de la "aplanadora" y el comienzo del diálogo, lo cual puede ayudar al país a avances importantes, especialmente en el cumplimiento del Programa que votó la ciudadanía. Sin embargo, debería haber claridad que la crisis política que intenta romper el cambio de gabinete es solo el agravamiento de una crisis integral, mucho más profunda, consecuencia de problemas de fondo que han empeorando en los últimos lustros y que afectan al sistema político y a los partidos, la modernización del Estado, la profunda desigualdad en la sociedad, la concentración productiva, entre los más importantes. Es de esperar que lo tenga presente el nuevo gabinete, porque no han llegado a dormir la siesta ni a enterrar el Programa.

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